3.22.2011

MOMENTOS

Me gusta ponerme el mono de piel. Es como un ritual. Últimamente lo puedo hacer poco, pero siempre hay algún día en el que tengo a los niños en el colegio y el tiempo acompaña. Un día en que decido olvidarme por unas horas del trabajo y me pongo el mono.
Me queda ceñido. Bastante más ceñido que hace algunos años, pero me sigue valiendo.

Llevo un casco de competición, de los que no tienen el cierre rápido. Eso también me gusta. Así me tomo mi tiempo en ajustarlo. Parece mentira como cambian las cosas con los años. Cuanta menos vida te queda, más tiempo te tomas en las cosas.

Mi Honda arranca a la primera. Hace ya tiempo que compré un cargador de baterías para que los largos períodos de inactividad no afectaran a mi máquina.

Cuando empiezo a recorrer los primeros metros esperando que el motor se vaya calentado ya experimento la transformación y cobra sentido esa frase de un anuncio en que decían que no pesan los años sino los kilos.

Tengo la suerte de vivir a 5 minutos de las mejores carreteras de curvas de Cataluña. Carreteras donde no hay radares ni controles ni casi tráfico en días y horas laborables. Así que empiezo a dejar fluir mi CBR. No es de última generación precisamente. Tiene 11 años, fue de las primeras con inyección, pero hay que ver lo bien que va. Cuando tienes cierta experiencia aprendes que la diferencia nunca está en la máquina, sino en las manos de quien la lleva.

Poco a poco va pidiendo que le retuerza las orejas y entro en la máquina del tiempo, regreso a los tiempos en que las carreras eran mi pasión. Mas de 150CV desbocados me hacen sentir poderoso. Hay gente que nunca tendrán esa sensación de potencia entre las piernas. Yo la siento por partida doble.Vuelo bajo. El cerebro quedó en el garaje. Me siento vivo. Más que nunca.


10 minutos y me duele todo. Maldita tendinitis. Las rodillas no están mucho mejor. Las deportivas no están hechas para chicos de casi 1,90, y la barriga de casado ha perdido la batalla por el espacio contra el depósito.

Me paro en un bar. Un café y vuelta a casa. Esta vez el trayecto es mas sosegado. Estoy satisfecho y seguramente estaré el resto del día de buen humor. No me van a importar los badbeats ni que mi mujer no quiera sexo esta noche, porque tengo el depósito de emociones casi lleno.

Me gusta el poker, pero he de reconocer que ante otros aspectos de la vida es muy poca cosa. Ya no hablemos de cosas tan importantes como la familia o el amor. Sino de cosas como el sexo, el estar con los amigos de verdad, o incluso de momentos fugaces como tomarse una cerveza a solas o escuchar una canción de las buenas.

El poker te da buenos momentos, pero de malos te da muchos mas. Por eso no entiendo como hay gente que se lo toma tan a pecho. Quizá es de las pocas cosas donde tener emociones es un hándicap.

El poker atrapa, pero visto desde fuera, es solo una cosa mas que hacer.

Deberíamos dedicar mas tiempo a hacer lo que nos gusta y diversificar un poco. A veces hace falta hacerlo para darse cuenta.

5 comentarios:

  1. Molt bo, el poker és una puta merda, he pogut deixar el tabac, la Maria també, la meva parella també però aquest cabró anomenat poker no hi ha manera que m´el tregui del putu cap.

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  2. Oh tio! quina gran entrada! bonissima, ara mateix l'enllaço al FB i al twitter. Ets l'Espronceda dels blocaires de poker.

    Larivor

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  3. Quanta raó tens!
    Altre cop, felicitats per l'entrada!

    Oclocks

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  4. me sumo al colectivo de los que prefieren hacer muchas otras cosas ademas de poker. Todavia no te he leido nada con lo que no este de acuerdo. Me alegra pensar que no soy el unico que juega a poker para pasar el rato y ver si algun dia suena la flauta y cobro algo interesante.

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