3.10.2011

INSTINTOS PRIMARIOS

Hoy voy a hablar de sexo. Hay varios temas sobre los cuales tengo pendiente escribir, pero hoy me apetece hacerlo de sexo. O mejor, del sentido de la vida.

Mucha gente cree que el sexo mueve el mundo, mientras que otros creen que lo hace el dinero. Y todos tienen razón, puesto que el dinero y el sexo, son dos cosas diferentes que al fin y al cabo son lo mismo.

Todo este sinsentido tiene su origen en que el ser humano tiene sexo. Existen machos y hembras, exactamente igual que en el reino animal. Y aunque nos empeñemos en que un hombre y una mujer podemos ser iguales, lo cierto es que no lo somos. Y aunque nos empeñemos en que somos diferentes que las demás especies, lo cierto es que tampoco lo somos. Si acaso somos diferentes e algo, es que somos tan cabezotas que a veces nos empeñamos en luchar contra nuestra propia naturaleza.

Que dos sexos opuestos con sus propias formas de pensar y de actuar tengan que convivir en igualdad, nos ha llevado a todos a adoptar conductas amoldadas y destinadas a una mejor convivencia.

Los animales tienen un período de celo. En el hombre, debido a una educación en mayor o menor grado de represión sexual, el celo puede durar hasta los 79 años o más. El hombre se pasa toda la adolescencia deseando a toda mujer que ve. Pero todo lo que consigue es una tendinitis.

Cuando los cambios hormonales y la varianza le permiten pillar cacho, no dejan a la pobre chica ni a sol ni a sombra. Hasta que una vez saciada la urgencia, vuelven a fijarse en todo lo que se mueve. El problema es que eso a las mujeres no les gusta. De hecho, dudo que a las mujeres les gusten demasiadas cosas de los hombres. Pero somos así, lo llevamos en el ADN.

Con unos años de experiencia y después de haber hecho el cabra metiendo a veces donde ni te imaginabas unas copas antes, descubres que la estabilidad sexual que da tener novia es muy recomendable para tu tendinitis. Así que si tienes suerte consigues una (novia).

Una vez con pareja, sigues mirando a las demás mujeres. Y sigues deseando que la vida fuera un inmenso self-service de chicas.

Si tienes suerte, vas a querer a tu pareja. Aunque te quieras follar también a otras, vas a quererla. Porque hay chicas que dan motivos para ello. Pero si además está buena, da gracias por ser tan afortunado. No te quitará el ansia de desear lo ajeno, pero te compensará más.

Hay una manera muy fácil y práctica de saber si tu mujer está buena. El grado de luz en vuestras relaciones sexuales. Si para hacerle el amor tienes que dejar la luz tenue, malo. Si tienes que apagarla del todo, te compadezco. Dicen que en casa de Iker Casillas se ha disparado la factura de la luz, y es que a la hora de la cama, hasta focos debe poner el muy cabrón. Porque ya me contarás, si con la chati que tiene cierra las luces y se la cambian por la Karmele Marchante ni se entera. Ahí no puedes nunca foldear las luces.
Yo en eso tengo suerte, tengo una factura de la luz decente, superior a la media.

A veces tenemos que oír que somos unos guarros y que pensamos siempre con el bajo-vientre, pero es nuestro instinto. Somos así. No tenemos que avergonzarnos de ello.

Mirad, siempre hablando en términos generales, los hombres pueden follar por amor o por placer. Las mujeres follan por amor o por interés (se puede sustituir interés por dinero perfectamente). Prueba clara de ello es como una mujer no se iría nunca a la cama con alguien al que odiara, mientras que los hombres, si odiamos a una chica, pero está buena, follársela aún tiene más morbo.

Y digo eso porque nuestras prioridades en la vida son esas, sexo y dinero. Pero cada sexo, siempre hablando en general, tiene una como prioridad principal.



Por poner un ejemplo, existen infinidad de servicios de prostitución el mundo, y están dirigidos a los hombres. Incluso los servicios de prostitución masculina están dirigidos a los hombres. Y eso tiene fácil explicación. Un hombre puede pagar por sexo porque para él es más importante el placer sexual que el dinero. Si a un mujer, el placer le cuesta dinero…Son prioridades diferentes, pero nos viene impuestas genéticamente.

Solo tenemos que ver qué pasa cuando un hombre es gay. Siempre se pinta al colectivo homosexual como un colectivo promiscuo. Y es que los hombres pensamos en el sexo todo el día y cuando dos hombres gays se juntan no existen dolores de cabeza. En cambio si hablamos de lesbianas, la cosa cambia. Aunque en nuestras fantasías es diferente, las lesbianas no se despendolan tanto.
Y eso es por nuestra naturaleza.

Como nos gustaría a muchos que las mujeres no fueran celosas. Pero las cosas son como son y debemos adaptarnos si queremos encajar.

En el poker es lo mismo. A veces el instinto es no tirarse de ases contra tres jugadores aunque hayan dos reyes y dos reinas en las comunitarias, además de un diez y tres corazones. Pero si queremos tener éxito en esto del poker, muchas veces tendremos que renunciar a seguir nuestro impulso.

Todo ello me lleva a una pregunta trascendental, ¿los mejores jugadores de poker son unos reprimidos?

3 comentarios:

  1. Sensacional, com sempre.

    La pregunta que deixes a l'aire no té desperdici.

    Signat: un donant a les taules.

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  2. hola,
    acabo de empezar un blog, y como sigo el tuyo te he linkado. Mira a ver si me puedes linkear, gracias.

    http://paradopokerplayer.wordpress.com

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